Yana Zinkevych dirige el batallón de 476 voluntarios que salvan vidas en primera línea de fuego. “Hemos soportado tanto horror que no podemos ni celebrar las victorias”

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- ALBERTO ROJASEnviado especial
Actualizado Martes, 13 septiembre 2022 –
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Yana Zinkevych le dedica sólo unos segundos a resolver cada problema, pero esos segundos los focaliza con gran intensidad: ambulancias averiadas, formación de equipos en masaje cardiaco, nuevos doctores voluntarios, pedido de torniquetes. En un cuaderno escolar prepara un nuevo relevo para los paramédicos de primera línea. Ellos, 10 tipos rudos, curtidos, con su uniforme de camuflaje pixelado, la miran en silencio como si miraran a un general.
– ¿Cuántos médicos habéis perdido?
– A 13 desde que comenzó la guerra. Dos de ellos por suicidio.
Varios equipos se despiden para ir al frente del Donbás, otros para cubrir la ofensiva de Jarkov y algunos a Jersón. Por delante, muchas horas de conducción en un país enorme con ambulancias donadas, algunas simples pick ups. “Lo primero que hacemos es sacar al herido de la zona de combate y lo llevamos a segunda línea. Ahí hacemos torniquetes, cortamos hemorragias, estabilizamos al paciente y lo enviamos al hospital”. Zinkevych aprendió medicina de guerra en las trincheras de Slaviansk, en los combates del aeropuerto de Donetsk y en el frente de Debalsevo, la mejor escuela.
– ¿A cuántos soldados le habéis salvado la vida?
– Desde que fundé este batallón médico, a más de 5.000.
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