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Actualizado Jueves, 22 septiembre
Aún mueren lapidados en algunos países islámicos hombres y mujeres, homosexuales y adulteras. En los países democráticos desapareció aquella costumbre bárbara de castigar a pedradas según ordenaban la Biblia y el Corán. Después. En la Inquisición se estrangulaba en efigie o se quemaba a los pecadores.
En la época de la información global se sigue quemando y estrangulando en efigie, aunque ahora se haga de manera virtual. En plena era de la libertad de expresión y pensamiento, millones de inquisidores del nuevo Santo Oficio convierten internet en un campo de aplastacabezas y potros de tortura. Nunca se ha lapidado a tanta gente de manera anónima, nunca ha habido tantos linchamientos en la red, organizados por partidos, por sectas y servicios secretos de potencias extranjeras…
Éste es el siglo de oro del libelo y el pasquín. El ciberacoso, la violencia en las redes y la telebasura están invadiendo las escuelas, los parlamentos y la política. El ruido del populismo y la desinformación están cambiado las maneras del debate público.
Hace dos días, convirtieron las Cortes de Castilla y León en una cochiquera, en palabras de uno de los presentes. Estalló la bronca, después de una serie de enfrentamientos, cuando Juan García-Gallardo, de Vox, llamó imbécil a Francisco Igea, de Ciudadanos. El vicepresidente de las Cortes suspendió entonces la pelotera con este brillante discurso: «Suspendo la sesión y que se jodan».
Jesús Fernández Úbeda, el último gran cronista parlamentario, me dice: «Yo, que nunca vi atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto a Rufián sacar unas balas en el Congreso, a un diputado de Vox pedirle a Marlaska que le escupa en la cara. Vi al extinto Casado pronunciar «coño» como avergonzado, blandiblú, y a Macarena Olona, la hija pródiga a la que el papá Abascal no quiere ni ver, la he visto aludir a Félix Bolaños como ‘ministro Perejil’».
También se machaca a los que critican a los césares de partido. A Emiliano García-Page lo han triturado durante tres días y le han llamado «puto nazi» y «submarino» del PP por decir que, si el Gobierno sigue con las malas compañías, habrá castigo en las urnas. Aunque el gran desolladero, la matanza de San Bartolomé, ha sido para los que firmaron pidiendo el indulto para Griñán.
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